CLASIFICACIÓN FUNCIONAL

Gracias al trabajo de Skinner, podemos realizar una clasificación de la conducta que va más allá de la forma de la misma.

Cuando hablamos de conducta, nos referimos a todo aquello que un organismo vivo hace. Esto incluye comer, respirar, dormir, pensar, sentir, desplazarse o hablar. 

La conducta puede tener una primera clasificación formal:


  • Conducta pública: toda aquella que sea perceptible por cualquier otro organismo. Moverse, comer, respirar o hablar, son ejemplos de conducta pública.
  • Conducta privada: toda aquella que tan sólo sea perceptible por el autor de la misma. Pensar, sentir, elucubrar, razonar.
Aunque nos podemos referir a la conducta privada como un verbo: "pensar", "sentir", habitualmente toma la forma de un estado: estar mal, estar bien, estar enfadado, estar enamorado, estar alegre. Todos estos ejemplos serían conducta privada, dado que nadie puede ver el "enfado" de otro: vemos las conductas públicas asociadas y relacionadas con aquello que lleva por dentro.


¿Por qué una clasificación de la conducta?

Nosotros, al igual que Skinner, consideramos que la Psicología es una ciencia, y por tanto debe encargarse de tres actividades fundamentales: describir, explicar y predecir.

La forma más básica de hacer ciencia es describir aquello que ocurre, y para ello necesitamos diferenciar lo que hemos percibido antes de lo que estamos percibiendo ahora. 

En Botánica, eso es fácil: podemos describir cada entidad por sus características físicas, y así realizamos clasificaciones, taxonomías, de aquello que describimos. Sin embargo, en Psicología, la cosa se vuelve un poco más complicada: la conducta tiene un soporte físico, y ese soporte físico no es determinante para el tipo de comportamiento que pueda darse. 

Podríamos decir que mover la boca de una determinada manera es "comer", y el problema es que una persona puede realizar exactamente los mismos movimientos sin necesidad de que esté comiendo. Es decir, la misma forma de comportamiento tiene resultados diferentes. En Botánica, un tulipán es un tulipán sin importar el "resultado" que tenga: siempre y cuando tenga las características definitorias, seguirá siendo un tulipán. 

Si usamos este criterio para clasificar la conducta, estaríamos cometiendo un grave error. ¿Os imagináis que cualquier comportamiento se clasificase teniendo en cuenta tan sólo su forma? Podríamos cometer errores como asumir que expresar lo que decimos (un tipo de conducta) es bueno o adecuado porque reúne unas características concretas...sin tener en cuenta su interacción con el contexto. Incluso, podríamos equivocarnos al pensar que lavarse las manos y beber más alcohol de la cuenta (dos comportamientos cuyas características son totalmente diferentes) no tienen nada en común...cuando quizás ambos funcionan para reducir el nerviosismo, la ansiedad o cualquier otra conducta privada. ¿La solución? Una clasificación que no sea tan sólo formal.


Necesitamos una clasificación funcional







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